Del baúl XI

domingo, 8 de enero de 2012

 Manías

La Ley y el Orden es una de mis series favoritas. Siempre descubro nuevas cosas, presencio historias emocionantes y me da el aliento y el soplo de justicia que siempre he anelado. No obstante, entre las cosas que he descubierto en uno de los últimos capítulos, hace unos días me topé con algo extraño y curioso.

La enfermedad o síndrome de Pica, consistente en comer alimentos que no tienen ningún valor alimenticio, como papel, madera, plásticos, entre otros. No se conoce su causa, pese a que hay teorías que apuntan a desbalances nutricionales, problemas sicológicos y psiquiátricos e incluso a herencia cultural, pues hay ciertas civilizaciones que acostumbraban el ingerir ciertas cosas a modo de ritual. Con todo, su causa es incierta.

Con ese ánimo paranoico que da cuando descubres algo extraño en tus series favoritas, quise buscar más información, pero, al parecer la Medicina aún no tiene respuestas claras a esto, lo que no me hace sentir mejor. De hecho, ahora parece tener mucho más sentido muchas de mis conductas y en este momento lo que deseo es enlitar todas las cosas que suelo comer y que han causado las iras de mi familia y las extrañezas de mis amigos.

- Las uñas, lo más usual. No soporto un solo milímetro de uña: lo veo y la muerdo y me la trago, lo que es más escalofriante y estúpido. Lo mismo con la piel circundante a las uñas, los "cueritos", lo que supongo es algo más normal.

-Los lápices grafito y de colores. Todos muerden los lápices o todos los que he conocido, pese a que siempre me regañaron por hacerlo. Pero, en mi caso, no me limitaba a morderlo y a dejar mis dientes marcados. Lo "desplumaba". Es decir, iba sacando capa por capa de la madera hasta dejar solamente al aire el cilindro de grafito que también mordía un poco, pero que no me agradaba, por el simple hecho de que me manchaba los dientes.
En los lápices que traían una goma atrás, primero me comía la gomita lentamente y luego, el metal que quedaba, lo iba sacando lentamente, ya que era afilado y solía doler si mordía mal, pero, en resumidas cuentas, el lápiz terminaba siendo uno común y corriente que luego era sometido al procedimiento antes descrito.

-Los bolígrafos. La pequeña tapita posterior es completamente devorada por mis dientes. Siempre parto masticando el borde, que es como una gomita y que siempre me ha encantado. Luego ya lo saco del bolígrafo y lo muerdo hasta deformarlo, reusltando imposible volverlo a poner en su sitio. xD Cuando ya la tapita de atrás ha pasado a mejor vida procedo con la tapa en sí. No importa la marca, la forma o la textura, la tapa queda reducida a una masa deforme y completamente destrozada por mis dientes. Saco la pintura, luego voy rompiendo la tapa hasta que se vuelve inservible. He llegado a extremos de tener una tapa "para moder" para así no estropear la de algún lápiz nuevo. Nunca funciona. Luego de haber despachado esas dos cosas, muerdo el borde posterior del cilindro del bolígrafo, aunque eso suele ser algo más difícil y algo más doloroso. Comer trocitos de plástico de bolígrafo es menos agradable, pero si no tengo uno nuevo...

-Gomas de borrar. Hay de diferentes tipos, por lo que también tenía mis gustos. Las gomas "de miga" eran mis preferidas por el sabor, ya que algunas otras, como las "Faber Castell" eran muy plásticas y de esas solo solía comerme las puntitas (también el cartón que las recubría, pero eso va en otra categoría).

-Papel: Abarca todo tipo, categoría, forma y color. Partí mordiendo las puntitas hasta que fui capaz de echarme una bola de papel a la boca y masticarla concienzudmente. Con todo, nunca me gustó hacer eso. Prefiero destrozar el papel de a pocos. Desde las puntas hasta terminarlo. Pero no de una sola vez, es bastante incómodo. Todos mis documentos personales están masticados, inclusive las tapas de mis cuadernos. También los envoltorios, los trozos de scotch (en especial de la cinta de enmascarar o la huincha aisladora), los panfletos, las páginas del periódico, entre otros.

-Plásticos: La mayoría de las cosas hechas de plástico son mordidas en sus puntas. No puedo comermelas en sí, porque suelen ser cosas grandes. Pero otras cosas, por ejemplo, los forros de mis cuadernos, eran una presa fácil para mí. Desde pequeña, mis primeros cuadernos que tenían unos forros de colores recuerdo pasar horas mordiéndolos distraídamente e ingiriendo pequeños trocitos de plástico mientras hacía cualquier otra cosa.

Madera: Las maderas más delgadas (como el cholguán o el trupán) las descascaro por capas y voy comiendo esos restos que puedo arrancar, porque masticar madera no me resulta especialmente placentero, por no mencionar que por lo general, son trozos muy grandes. En general, apartando los lápices de madera, mi consumo de maderas se reduce a los que puedo escarbar de los trozos de madera mismos. De pequeña solía roer las puertas a escondidas, pero hasta a mí me parecía extraño, por lo que dejé de hacerlo.

Cables: Supongo que esto es más costumbre que otra cosa. Los cables son blandos y, en realidad, lo que me como es el plástico que recubre los pelos de cobre. Destrocé muchos audífonos por devorar todo el plástico que envolvías las conexiones. La mayoría de mis auriculares solían estar desnudos, sin aislante de plástico y por eso morían rápidamente. Por razones de pragmatismo, dejé de masticar cables de audífonos, aunque más de una vez lo volví a hacer con los cables de mis trabajos de electrónica. Incluso lo hago hoy con los trocitos inservibles de los trabajos y experimentos de mi hermano. Directos a mi boca.

Ropa: Mangas y cuellos, principalmente. No importa el material. Diría que el 98% de mi ropa tiene roturas en el cuello y en las mangas, que han debido de ser reparados.Es porque, sin darme cuenta, muerdo y me como el material de esas zonas. Justo ahora tengo puesto un chaleco rojo que tiene la manga izquierda recosida burdamente, porque tenía un gigantesco agujero. Y en el cuello, mi mamá se puso artística y puso algunas decoraciones para disimular otro hoyo similar en el cuello.
Me pasa lo mismo con cortinas, peluches, cuero, sábanas, plumas decorativas, géneros, entre otras muchas cosas.

No estoy segura de si me falta algo en esta lista, pero seguramente así es, así que editaré cuando pueda recordarlo. Con todo, no estoy segura de qué pensar. ¿Manías locas, pero cuerdas o patología sin causa probable?

Curioso, por decir lo menos.

1 comentario:

  1. Probablemente sean ansias reprimidas las que te hacen morder todo lo que te pase por enfrente. Yo tengo la costumbre de siempre tener algo en la mano, sobre todo cuando necesito pensar. Una ficha de ajedrez, una pluma o llaves, no importa que, solo algo que mover nerviosamente mientras camino de un lado a otro. El problema es que lo hago inconscientemente, y cuando las pongo en algún lado sigo sumido en lo que estaba pensando. Por eso cada vez que tomo algo nunca recuerdo donde lo puse. Mis padres ya se acostumbraron a mi manía (Siempre me preguntan a mí cuando se pierde algo XD)

    Honestamente, lo tuyo es definitivamente patológico XD Necesitas ayuda psicológica. ¿Quieres una cita con Roman? XD

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