Reflexiones de una elegida

domingo, 5 de febrero de 2012


Nota de la autora:  Esta es la razón por la que no he podido escribir más últimamente. Algo más ha captado mi atención por completo. ¡No puedo evitarlo! Para quien también conozca, sabrá cada detalle de lo que he escrito. Para los que no... x) Disfruten el escrito.

Reflexiones de una elegida


Mi nombre es Anarai y soy una elfa del bosque en este mundo al que fui a parar por cosas del destino. No entiendo demasiado de por qué, pero aparentemente, gente como yo no es bienvenida en estas tierras, ya que cada vez que debo luchar contra alguien, resulta ser un compatriota corrupto que la ha jodido de uno u otro modo. Y sus puntiagudas orejas pasn a ser uno de mis muchos macabros trofeos que terminan siendo pociones ridículas en mis alforjas.

¿Qué poción puede hacerse con grasa de troll, un corazón humano, flores silvestres o la oreja de un elfo? Se sorprenderían. Como sea, mi vida actualmente es un completo desastre, aunque no deja de ser emocionante. La vida de un aventurero. De hecho, mi primer recuerdo de este lugar fue ser transportada con un grupo de ladrones a una ejecución segura. En mi defensa, he de decir que no tenía idea de dónde estaba ni qué había hecho.

Fue gracioso, ahora que lo recuerdo. No estaba en la lista de prisioneros buscados, pero al guardia le pareció que tenía cara de criminal y me mandó matar igual. Cabrón. La justicia por estos lados es fabulosa ¿no lo he mencionado ya? Uno de los prisioneros intentó escapar, pero con un par de flechas lo ultimaron en el acto. ¿Qué clase de idiota intenta escaparse con las manos atadas, sin ningún tipo de armadura ni habilidad, estando rodeado de soldados armados hasta los dientes? 

Creía que me había llegado la hora, a decir verdad. Y lo más irónico de todo sigue a continuación: a segundos de que mi preciosa cabeza rodara por un canasto, un rugido gutural remeció las montañas. En efecto. Ni yo me lo creía. ¡Un dragón me había salvado! Me uní a los pocos sobrevivientes para intentar huir de la bestia y uno de los capitanes del ejército utilizó mi ayuda para salvar también su vida, dando como resultado mi liberación.

¿Quieres saber lo verdaderamente irónico? Que soy una cazadora de dragones. Soy Dragonsborn. ¿Qué mierda significa eso? Eso mismo pensé yo cuando me lo dijeron. Resulta ser que en estas tierras los dragones llevaban muerto milenios. Nadie apenas los recordaba. Pero comenzaron a volver a la vida, al mismo tiempo que la guerra entre el Imperio y Ulfric estaba en su punto más álgido. De los huesos carcomidos por el tiempo, resucitaron los dragones, orgullosos, invencibles, gritando con las Voces que nadie puede soportar escuchar.

Pero yo puedo. No logro entender todavía mucho, pero estoy aprendiendo rápido. Soy la única que puede absorber el alma de estas bestias, ganar conocimiento y poder a través de ellas e impedir que vuelvan a resucitar. Lo gracioso es que todavía no sé quién está detrás de todo esto, pero aparentemente todos esperan que lo averigüe. Claro, donde no tengo nada más que hacer.

Mientras, intento averiguar y aprender lo más posible de este mundo extraño. Soy una ladrona profesional, aunque se me da mucho más matar a la cara que escabullirme sigilosamente. Me deben haber descubierto varias veces y más de una noche la debí pasar en el calabozo. Por otro lado, ¿saben lo frustrante que es encontrar un tesoro de armas y joyas en un lugar y no poder llevarlo todo porque pesa demasiado? Perdí muchas cosas en esa terrible elección.

Por eso, reuní todo mi malhabido dinero —aunque alguno me lo gané con sangre y bastante— para comprarme una casa en Whiterun con todas las de la ley. 5000 monedas de oro, la perla. Es una casa modesta, junto a la casa del herrero, pero que tiene todas las comodidades que podría esperar para alguien como yo, que pasa más tiempo en la punta del Imperio que en su propia ciudad. ¿Te comenté ya que en una ocasión acepté un concurso de beber con un tipo que no había visto en mi vida? Creía que el tipo —que ya estaba borracho como una cuba— no soportaría más de unas cuántas copas. Seré mujer, pero en cada batalla me gasto sus buenas tres o cuatro botellas de vino para recuperar mi energía. Creía que no tenía oportunidad.

¿Adivinas? Me desperté al otro extremo del Imperio —literalmente—, en un templo del cual no recuerdo mucho su nombre ahora mismo, con una sacerdotisa quejándose del desorden que había creado. Ordené y me disculpé lo más posible, incluso dando algo de mi dinero —que permanecía milagrosamente intacto, como el resto de mis pertenencias— para paliar los inconvenientes.

Luego, recorrí media montaña para ir a hablar con un granjero que estaba enojadísimo, porque yo —¡yo!— había secuestrado una cabra suya y se la había vendido a un gigante. No me gustan los gigantes, son difíciles de vencer todavía y me hacer volar por los aires con sus palos gigantes. Además, avanzan rápido. Pero nada que hacerle, si quería recordar lo que había hecho, tenía que recuperar el animal para el granjero. ¿Mencioné ya que los elfos somos rápidos? Corrí como si me persiguiera Morokai —un cabrón duro de matar, pero no te preocupes, lo conseguí— y logré devolverle su cabra. 

Pero eso no fue todo. En mi estado de ebriedad extrema que todavía no logro comprender había preparado mi boda con una bruja asquerosa y horrible, que al verme para recuperar un anillo que robé para nuestra supuesta boda, quiso que consumáramos nuestra relación. Ni aunque Althoir mismo me hubiera amenazado. La machaqué y le quité el anillo. 

Para hacer el cuento corto… debí buscar a mi compañero de copas en una cueva llena de monstruosidades como arañas gigantes, esqueletos móviles, magos enfurecidos, ratas enloquecidas, trampas y más horripilanteces. ¡Y adivinen qué! Mi supuesto compañero humano y estúpido de borrachera no era sino un príncipe sobrenatural, todopoderoso que me había hecho una broma solo porque se había aburrido. Al menos me dio algo en recompensa por los inconvenientes.

En Skyrim nunca hay suficiente paz como para sentar cabeza. Cada maldito viajero con el que me topo necesita algo, busca algo, le han robado algo, quiere matar algo o algo lo persigue. Y allí estoy yo, la buena samaritana, para resolverles todos sus problemas. Los ladrones de Riften me invitaron a su grupo, lo mismo que la Hermandad Oscura y otros tantos grupos que tengo pendientes de visitar. Todos quieren al Dragonborn. Aunque al ritmo con el que voy, la mitad del Imperio querrá mi cabeza. 

Mi camino continúa. He intentado últimamente utilizar mis habilidades en la fragua para mejorar mis armas y mi armadura que haría reírse hasta el más pobre de los herreros de Skyrim, pero aparentemente entre mis muchos dones no está el de crear algo decentemente con metal. Prefiero lo inmediato, la magia que me ha salvado en más de una ocasión y que es una fiel amiga en tiempo de necesidad o los Shout que aprendí de los dragones y que me permite hablar en su idioma y así crear ráfagas de hielo, fuego o viento que lastiman a mis oponentes. Alguna gracia tenía que ser Dragonborn ¿no? Aunque todavía no sé suficientes Palabras de Poder del idioma de los dragones, espero aprenderlas. O no podré enfrentarme a los dragones que cada vez parecen ser más cabrones. 

Mientras, seguiré caminando por Skyrim, recolectando recompensas, haciendo lo que hago mejor: matar y correr. El oro se gana rápido y se gasta igual de rápido. ¡Sí, lo olvidaba! ¡Odio, odio, odio cuanto los idiotas de los pueblos me piden que le recolecte diez de esto o viente de lo otro! Ya es suficientemente malo estar frente a un tipo que podría achicharrarme con solo mirarme, para además tener que preocuparme por si no olvidé mirar la caverna en busca de una flor azul. 

Aún así, no me arrepiento de haber llegado a Skyrim. ¿Quién hubiera creído que esta condenada a muerte iba a ser —si es que sobrevivo— la clave para el futuro de todo el Imperio? Soy Dragonsborn. Mi nombre es Anarai. Espero vivir bastantes años y no terminar como todos los guardias, con una flecha en la rodilla. ¿Quieres algo más? Oh, sí, lo olvidaba, tengo tres palabras para ti, viajero.

“¡Fus Ro Dah!”

1 comentario:

  1. De acuerdo... no veo realmente la necesidad de responder a esto, pero tengo que hacerlo o mi conciencia no me dejará quejarme tranquilamente cuando no escribas nada. Bien, que sea corto y conciso...

    Mi opinión desde un punto de vista literario y objetivo (Totalmente irrelevante): La misma de siempre.

    Mi opinión desde un punto de vista personal (Esta es la que importa, XD): Y U NO ¿Un juego? ¿¿¿Really??? Ya sabía yo que era raro no verte todo el tiempo conectada en TT -.- Y yo de iluso pensando que estabas escribiendo. “Oh, Ravstar debe estar esforzándose de veras O.O. Tengo que hacer lo mismo” (Chalenge accepted) y luego (voz de starfire) “Oh, estoy jugando Skirmich o whatever” y yo ¡¡¡FUUUUUUUUU!!! ¬¬ Decepcionante ¬¬ ¿No te sientes culpable al ver al pobre Word abandonado? Juegos, tu carrera de derecho… A este paso tú serás novelista cuando yo sea premio novel de literatura (Troll)

    Olvídalo... Por la manera en que lo narras... suena divertido XD ¿Es un modo misión o tiene un multiplayer online? Si es tan intenso como lo narras y es online, entonces ya te perdimos XD Bueno... si asumo que tienes que quitarle el ordenador a tu hermano para jugar (Si asumo XD)... entonces todavía hay esperanza de salvar tu alma...

    No te conviertas en un NERD, Ravstar. No tienen Style. La tecnología embrutece la mente y te convierte en un robot de la sociedad consumista. ¿Sabes que por jugar ese juego estas contaminando el ambiente? Cada ves que casteas un poder mueren 345 árboles en el amazonas (Pfff) Lo dice la revista “ Artículos para convencer a Ravstar de que se ponga a escribir” (Derechos reservados)... lo digo yo, vaya XD No vayas al lado oscuro -.- I’ll make sure you see the Light (feeling like Ra’s al Ghul)

    Whatever, a ti te da igual lo que yo diga de todas maneras y yo ya cumplí con mi deber sagrado de responder así que buena suerte con... el juego -.- Que los gigantes te aplasten cada 5 minutos y que un brujo te maldiga para que nunca subas de nivel XD

    Shorel'aran

    PD: Rejoderme... ta’ bien, ta’ bien. No problemo, bromigo XD

    “No es que no sea mi estilo, es que tu no tienes por que saberlo” Soy tu acosador ¬¬ tengo que saberlo todo o no podré hacer bien mi trabajo. Ten un poco de consideración -.- Stalk, stalk, stalk!!!

    ResponderEliminar

Santa Template by María Martínez © 2014