¿Te gusta el dolor? [+16] - Cuarto Capítulo

martes, 14 de febrero de 2012

IV


—¿No has pensado nunca que deberías ser menos directo para todo? —dijo Julie, mientras acomodaba algunas cosas de la cocina y vigilaba con el rabillo del ojo lo que él estaba haciendo en la sala de estar.

Pese a que el encuentro debía ser en la Oficina de Correos, aquellos siempre era un mero tecnicismo para auto-invitarse a la casa de la chica, quien, extraña y satisfactoriamente, nunca oponía resistencia. Para Ángel, eso era señal de que ella estaba realmente interesada en lo que tuviera que decir, porque, de otro modo podría mandarlo a volar sin más.

—¿Perdón? —preguntó a su vez, hojeando algunas revistas con la mirada vaga y monótona—. ¿Menos directo? —Frunció el ceño, levantando la vista para mirar su silueta recortada en la puerta que daba a la habitación contigua—. Creía que las personas querían más sinceridad y menos rodeos inútiles y estúpidos.

La sala de estar en donde se encontraban era pequeña, pero acogedora. Había un sofá grande y un pequeño y mullido sillón donde ella estaba sentada cómodamente. Una mesa central transparente, cubierta de revistas le daba un ambiente algo más iluminado al lugar, cuyas ventanas eran reducidas y estaban cubiertas de cortinas. Era un lugar bastante sombrío si se lo miraba desde un punto de vista, pero ella así lo prefería y él no tenía voz ni voto al respecto, tal como debía ser.

Ella regresó con un par de cervezas en jarra —tradición— y se sentó a una distancia prudente de él, en un sofá individual desde el cual podía vigilarlo sin tener que mantener un contacto directo con él. Ángel rodó los ojos y agradeció la bebida, tal como siempre. Julie se cruzó de brazos, observándolo con su usual expresión de irritación.

—Esos rodeos inútiles y estúpidos fueron hechos para conversar las cosas civilizadamente —respondió con sequedad—. Para hacer que los temas… importantes no resultaran incómodos. Contigo, jamás he estado cómoda. No sobria al menos —se burló ella, aludiendo al encuentro que había desencadenado todo.

Él rio.


—Pues deberíamos cambiar la cerveza por algo más fuerte. ¿No lo crees? —Tomó un sorbo de todas maneras—. Sé que tienes.

—No contigo.

—No voy a violarte si eso temes.

—En realidad, temía que te volvieras un llorón de mierda que tuviera que echar a patadas.

La expresión triunfadora en la mirada de Julie solo consiguió que él estallara en carcajadas, derramando un poco de su cerveza y provocando las burlas de la joven. Su risa era contagiosa y Julie se encontró a su misma sonriendo contra su voluntad, luchando por permanecer seria y enojada.

—¿Y bien? ¿Vas a ir al punto o qué?

—¿Ya deseosa de algo caliente? —Fingió sorprenderse el hombre con una expresión de suficiencia—. Creía que amabas los ridículos y estúpidos rodeos.

—Jódete.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Santa Template by María Martínez © 2014