Como una niña pequeña

viernes, 24 de agosto de 2012

Nunca le he temido al cambio, a crecer, a las responsabilidades, al mundo real. Quizás sea por terquedad, ignorancia o simple rebeldía, de esa que me permito a cambio de otras que me niegan. Y también siempre he mirado con extrañeza e incredulidad a aquellos que tiemblan ante el futuro y se aferran a un pasado más sencillo y hermoso.

Pero el miedo está allí, enterrado en lo más profundo de mi corazón. Mi alma se contrae al pensar en los amigos olvidados, en los sueños rotos, en la rutina asfixiante, en la familia perdida en los brazos de la muerte. Y aun hoy, donde todo parece caminar con una paz frágil, pero existente, siento las lágrimas brotando en estas palabras ante el futuro.

Todo estará bien, ¿no es así?

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