Espero tengas paciencia...

jueves, 13 de septiembre de 2012

Espero puedas esperar un poco más. No es mucho lo que pido: solo unas cuantas horas, unos cuantos minutos, unos cuantos segundos, para que la montaña de papeles desaparezca y solo estemos tú y yo. O tú y el viento. O la ilusión y yo. En medio de esas cosas parece que estamos ambos.

Las palabras se transforman en unicornios ¿no es así? Todo parece pegajoso y de forma de algodón. Es una de las cosas que aprendí a amar de ti: que puedes hundirte en ese mar de hojuelas con miel y escupirla. Que puedes ofrecer la rosa con una mano y beber un sorbo de vodka con la otra.

Es tonto, ¿lo sabes? Caminar por las calles de lugares tan lejanos y pensar en cómo serán las calles al otro lado del mundo. Imaginar cuál será la forma de tus huellas o el ritmo de tus pasos. Imaginar lo imposible y dejarlo simplemente flotando en pensamientos cálidos y sonrisas que nadie entiende.

Tendrás que esperar para el reto prometido, donde cobraré la promesa realizada y me convertiré en la Inquisidora que te arrepentirás de haber invocado. O quizás simplemente te sientes en el banquillo de los acusados con una sonrisa desafiante y un cigarro en las manos.

―¡Tú dale!

Ya siento que las palabras me tironean hacia un mundo rosado, de desodorantes ambientales y frutillas flotantes. ¿Podrías tironearme hacia el otro lado, el de los gritos ridículamente guturales del rock, el de los magos furiosos en las colinas, el de los gatos y el de ilusiones anchas como globos rojos?

Hoy es un día de transición y el último de la montaña de papeles universitarios, al menos por una semana. Miro hacia un punto indefinido de tus letras y no puedo evitar que una sonrisa se apodere de mis sentidos. Pero vuelvo la vista hacia las paredes blancas que me rodean y hacia las tristezas dolorosas de aquellos que quiero y me aplastan contra la realidad. Son aquellos lamentos que no puedo calmar ni siquiera con tinta.

Si todos ellos supieran que las lágrimas manchan mis buenos deseos cuando intento tenderles una mano que nunca es suficiente para sacarlos de los surcos de tierra en que han caído. Si todos ellos supieran que alguien sin rostro sufre por su dolor... Y nuevamente, la Reina de los Desvíos, ataca con todo su poder y envía a sus ejércitos a combatir en este escrito. Esto es sobre ti, no sobre ellos.

Pero también esas palabras se aplican a ti, adorada sombra gruñona. También sangro por tus ojos tristes que jamás he visto. Si realmente me pongo a pensar, no tiene ningún sentido. ¡Qué locura irracional la de sentir el corazón apretarse por la melancolía arrebatada de una sombra! ¡Qué locura irracional la de sonreír ante las palabras de un fantasma!

Qué locura irracional, qué mágica tontería. Pero no la cambiaría por nada, aunque ni siquiera sé lo que es realmente ni cuándo empezó a tocar la puerta de mi conciencia. No sé siquiera lo que digo, en realidad. A veces la culpa me abruma, la culpa de no poder hacer más por aquellos que quiero, la culpa de que estás allá, esperando que las palabras enciendan fuegos artificiales en el cielo mientras que solo han logrado encender una pequeña vela en la oscuridad.

Espero puedas esperar un poco más, donde reuniré el fuego suficiente para encender esas bengalas. Por ahora, solo puedo cerrar los ojos y sonreír ante un retrato difuminado que cambia de forma y susurrar por lo bajo que eres cuanto amo y de cuanto quiero aferrarme en este camino. Ojalá no fueran solo latidos, palabras y temblores. Ojalá pudiera ofrecer más que trazos y verdades. Ojalá pudiera ser más.

Ojalá puedas esperar un poco más hasta cuando pueda mirarte a los ojos, tartamudear tu nombre, decir lo que ahora son solo latidos furiosos y escuchar tu risa clara ante la cursilería que chorrea por la pantalla y deforma la mueca sarcástica que estás formando en un atisbo de ¿tal vez ternura? ¿tal vez condescendencia?

Por ahora... espera mi mensaje que llegará tan pronto como la montaña de papeles se disperse en los vientos de septiembre. Mientras recuerda no enamorarte tan pronto de la primera escultura soleada que cautive tus ojos. Yo, por mi parte, juro solemnemente que trataré de alejar las frutillas flotantes, los arcoiris callejeros, los unicornios de boinas rojas y los "te amo" que brotan como la hierba que hace cosquillas en los pies.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Santa Template by María Martínez © 2014