Drenaje

domingo, 2 de septiembre de 2012

Se arrastró por el suelo con las manos temblorosas y la boca reseca, apenas consciente de lo que estaba haciendo. Su enemigo estaba cerca, casi podía sentir sus pasos firmes y confiados en su espalda. No tenía ninguna opción de escapar o salvarse, pero aún así intentaba avanzar miserablemente, en un intento vano por encontrar descanso.

Tragó un poco de saliva, pero solo pudo sentir el sabor de la sangre deslizándose por su garganta de forma dolorosa. Sus ojos se cerraban con lentitud y su cráneo parecía latir con vida propia, enviando un mensaje claro a todo su cuerpo: apágate.

Jadeó un par de veces más antes de resignarse a ponerse de pie e ir a buscar una pastilla para el resfrío.

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