Maestra

lunes, 17 de septiembre de 2012

La chica comenzó a escribir furiosamente, tratando de alcanzar a su escurridiza inspiración en una carrera en la que siempre llevaba la desventaja. Trazaba las personalidades de sus personajes y los empujaba hacia el torrente de la trama sin compasión, decidida a torcer cada uno sus caminos a su propio antojo.

El dolor de cada una de aquellas criaturas desvalidas era un platillo delicioso para su voracidad y una sonrisa extraña se formaba en su rostro cada vez que arrancaba un grito de agonía o tristeza de la boca de cada uno de ellos. Casi podía sentir el olor exquisito de la sangre y un calor conocido para ella se apoderaba de su cuerpo cada vez que tocaba sus heridas.

Frunció el ceño con cierta molestia al notar que las reacciones de su protagonista principal. Era decidido, confiado y actuaba sin importar las consecuencias. Arriesgado, valiente y torpe, se vería involucrado en muchos problemas que lo llevarían finalmente a donde quería. Si él no fuera así, jamás habría conocido a aquel viejo en el callejón y probablemente nunca habría visto la muerte de la niña... Se recostó contra la silla con una mirada amarga.

Tarde se dio cuenta que sentía envidia de su propio personaje. Trató de quitarse esos pensamientos de la mente y seguir escribiendo, pero la sensación era molesta y aguda, como la picada de un mosquito insistente. Ese chico era todas aquellas cosas que nunca podría ser... ¿Sería por eso que sufriría tanto a lo largo de la trama? ¿Lo estaba castigando por ser lo que ella no podía ser?

―Tonterías ―se dijo con una mueca de indiferencia, obligándose a desestimar esos pensamientos. Se detuvo un momento antes de retomar la escritura y sonrió para sí misma. Quizás en algún lugar del capítulo catorce, él podría sufrir de algún repentino, ¡pero justificable! mal que fuera especialmente doloroso. Solo para darle algo más de sabor a todo aquello.

No es como si se estuviera vengando de él, ¿verdad?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Santa Template by María Martínez © 2014