Susurro: ¿Y para cuándo el cambio de techo?

domingo, 23 de diciembre de 2012

¿Cuántas veces será necesario observar el techo para darnos cuenta de que necesita pintura? Hay tantos problemas en realidad, que empezar cualquier discurso con la frase “el verdadero problema es…” ya delata una mentira. ¿Qué? ¿Acaso el resto de los problemas que existen son falsos? ¿Alguien se los inventa solamente para arruinarle el discurso? 

Creo que ya es innecesario recalcar lo evidente, pero realmente cada día el mundo me sorprende más. Me sorprende que cada vez que veamos un acto de bondad, heroísmo o simple decencia sea noticia. Sea novedad. Sea un milagro. Sea un hecho digno de enmarcar y hablar de ello en todas las redes sociales.

―¿Realmente estamos tan mal? 

La respuesta es evidente. Pensar es imperativo y peligroso. Nadie puede ser completamente lúcido en este mundo o enloquecería. Si realmente nos pusiéramos a pensar y a tomar conciencia de cada tragedia, de cada injusticia, de cada dolor, de cada lamento, de cada sufrimiento… nos doblaríamos de dolor y no dejaríamos de llorar.  Por eso muchos simplemente lo ignoran todo. Otros, se construyen de tal forma de impedirse sentir. 

Yo… simplemente camino como el punto que soy en el universo, tratando de levantar otros puntos, alejando a algunos, combatiendo a unos pocos y amando a los que me rodean. Tratando de hacer justicia en la palabra amable como en la defensa de un inocente. Aquí. Allá. Donde sea. 

―Tiene que haber algo que podamos hacer.

Los poderes viven fuera y dentro de nosotros, arrastrándonos hacia donde ignoramos. Cierro los ojos. Ciérralos tú también. Nada en tu propia mente y podrás ver la misma oscuridad que empaña los ojos de tu vecino. La diferencia puede ser sutil. O inexistente, incluso. Y allí es donde la voluntad peligra. Puede sentirse tentada a abandonarlo todo.

Puede ser un momento de reflexión. De filosofía barata, comprada en algún mercado viejo de libros olvidados. Puede ser un chispazo de inspiración y de perspicacia, pero lo cierto es que nadie ya tiene “momentos” en su vida. No solo corren. Se dejan deslizar, atentos a tantas cosas que realmente luego desechan. 

―Esto es lo que haremos…

No basta solo con pasar el dedo por el techo y notar que está sucio. No es solo caminar alrededor de él y fruncir el ceño ante lo viejo y oxidado que parece. No es suficiente juntarse con los colegas y mencionar lo realmente podrido que se ve ese techo. ¡Ya está viejo! ¡Está sucio! Tendríamos que cambiarlo, si no fuera porque la casa no es nuestra. 

No debería ser necesario explicarlo. No debería ser necesario repetirlo. Nadie tendría que escuchar lo que debe hacer, porque no hay reglas. Y hay miles de reglas. Quizás todo acabe mañana y el viento se lleve el techo o las aguas sumerjan la casa. O quizás no acabe nunca. Mientras, las cosas continúan igual… ¿Y qué hacemos, esperando a que el viento y el mar terminen lo que hemos empezado? ¿No deberíamos comenzar a pintar? ¿A reparar? ¿A clavar? 

¿A cambiar?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Santa Template by María Martínez © 2014