Susurro: Aires de revolución

viernes, 18 de enero de 2013

Las palabras hoy simplemente se resisten a ser escritas. Es como si todas ellas se hubieran confabulado contra mí, sonando discordantes, vacías, superfluas, irritantes, pesadas. Hoy no son amigas, sino rebeldes contra una tiranía que quizás haya durado más de lo necesario. Volverán a someterse… aunque quizás deba preguntarles qué desean ellas.

Yo solo sé lo que deseo que hagan. Quiero que se junten en fila y te traigan de vuelta. Quiero que griten conmigo tu nombre hasta que lo escuches y quiero que se escabullan en tus terrenos para averiguar tus secretos. Pero ellas no quieren hacer nada de eso hoy. Solo hablan de vientos de cambio, de llamas de revolución, de voces de lucha y justicia. No quieren crear, sino denunciar. No quieren amar, sino luchar. 

Y las entiendo, porque también quiero todas esas cosas. Pero hay tantos pensamientos en mi mente que no sé realmente cómo ordenarlos. No sé realmente si debería forzarlas a obedecerme con el látigo de la voluntad o si debería retroceder un paso y dejar que ellas me guíen con los pasos de la inspiración. Solo sé que ellas te extrañan tanto como yo, pero que no sueñan como yo lo hago. Son prácticas y afiladas. Quieren leerte nuevamente y jugar con tus propias letras, reconociendo ese aroma a vodka y pólvora, pero no quieren esperar.

Yo sí. Aunque me pregunto por cuánto más o si siquiera debería estar esperando. Sé que seguiré haciéndolo y que esta sonrisa ansiosa no se borrará de mi cara hasta que se transforme en risas o en lágrimas. Por ahora, esta tirana seguirá esperando que el rebelde asome su boina y revolucione cada uno de mis pensamientos, como siempre lo ha hecho. 

Las letras y yo hemos llegado a una tregua, porque ambos anhelamos lo mismo con todas nuestras fuerzas. «Tú».

―Te quiero, fantasma.

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